En los años 90, el escritor esotérico J. M. Jenkins sugirió en varias de sus obras que el preciso calendario astronómico maya se basaba principalmente en una zona oscura de la Vía Láctea llamada la Gran Grieta (Xibalba Be, o «el camino negro» para los mayas) y que el 21 de diciembre del 2012, coincidiendo con el solsticio de invierno, el Sol se volvería a alinear, después de más de 5.000 años, con la intersección de esa zona, interpretada como el autor como el centro de nuestra galaxia.
Para algunos, el «eclipse» hará que el astro rey tape el centro galáctico y, con ello, dejará de recibirse, por primera vez en miles de años, la energía que llega directamente desde allí, algo que, según ellos, provocaría todo tipo de catástrofes.
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